GRAN KONA


Quien diría que ya faltan tan pocos días para kona?

Esta preparación fue tan distinta a las demás,  tan intensa,  tan agotadora,  tan transformadora.

Quizas existían otros caminos más sencillos, pero este fue el que decidí recorrer y no hay vuelta atrás.

Recién hace un mes finalmente me rendí al proceso y volví a disfrutarlo. 

El carrusel de emociones que he venido viviendo estos últimos dos años ha sido tenaz. Nunca me imaginé todo lo que se venía el día que decidí divorciarme, ni lo que iba a implicar esa decisión en mi vida. Los cambios, los miedos, los obstáculos, las sombras. Fue como ponerme un espejo y verme por primera vez  y decir OK esto soy, que me gusta, que puedo mejorar, que tengo que aceptar, que no voy a cambiar y la más difícil que creo que aun no descifro es a dónde voy y que es lo que en verdad quiero, no lo que debo.

Entrenar para un Ironman de por si ya es abrumador, la cantidad de horas que tienes que pasar en la bicicleta, en la corrida, hacer que todo esto funcione con tu familia, y a esto sumarle que yo salía y entraba constantemente en estados de depresión, de ansiedad, de culpas, y tenía que lidiar con historias de pueblo pequeño.

Debo confesar que los primeros meses me daba vergüenza salir a entrenar a la calle, mi personaje de familia y triatleta perfecta se había hecho pedazos. No sabía quien era, ni siquiera me había imaginado la opción de divorciarme alguna vez, no entendía en qué momento esta versión de mí se había vuelto imposible de mantener. Tampoco sabía que esto me iba a empujar a mi mundo interno, tal cual Alicia en las maravillas cayendo a la puerta misteriosa.

A este drama se le sumaba que tenía que entrenar y para ese entonces aún quería ser la mejor del mundo, era lo único "normal" y "aceptable" que sucedía esos días. Era el único indicador de que podía con esta tormenta.

Los ojos y la presión de mi familia estaba sobre mí, al menos así lo sentía en ese momento. Mis hijos tenían que estar bien, yo tenía que estar bien, todo tenía que estar bien y de alguna u otra forma todo tenía que seguir siendo igual y yo no tenía opción a quebrarme, porque después de todo era yo la que había tomado la drástica decisión de cambiar mi realidad.

Debo agradecer a los maestros que encontré en el camino,

Personas que me enseñaron humildad, me dieron segundas oportunidades de amistad.

personas que me contuvieron con un abrazo, con una conversación, con un mensaje

personas que me escucharon una y otra vez las mismas historias del bucle sin fin,

personas que no me juzgaron, que me enseñaron a quererme con mis luces y mis sombras,

así como también hubieron maestros que me abrieron los ojos al mundo real, tan necesarios para poder crecer, porque eso era lo que necesitaba CRECER y darme cuenta que el mundo no solo eran cuentos de unicornios y que no todo siempre iba a salir bien o digamos como yo esperaba.

Los primeros entrenamientos eran de supervivencia, lloraba la mitad de la sesión, tenía que parar para poder respirar y las largas de la bici se convertían en películas de victimismo y de escenas de dolor. Me culpaba hasta por qué no salía el sol. 

Boulder fue mi primer respiro de aire, la primera vez que volví a ver al mundo con esperanza. Creo que fue la primera vez que me forcé a salir del hueco y darle una nueva oportunidad al triatlón. Hasta entonces entrenar era un castigo, no tenía sentido. Ahí encontré ese pedacito de mí, pero ya no encajo igual. Esa hambre de ser la mejor se convirtió en hambre de ser mejor persona.

En mi caso tocar fondo emocionalmente fue la manera para que yo comenzará a cambiar mi perspectiva de la vida.  Creo que es de valientes poder verte en retrospectiva y decir hasta aquí, ya no quiero volver a ser así. Creo que a eso es lo que le llaman "las cachetadas de la vida". 

Salí a un mundo que no entendía (creo que aún no lo entiendo), pero más que nada salí a enfrentarme a mi misma, fue la primera vez que me di el espacio y el tiempo para sentir todas mis emociones y darme la oportunidad de aprender de ellas. Entender que ser un ser emocional no me hace débil, que llorar es de humanos, que sentir es parte del proceso de vivir. Aún estoy intentando descifrar por qué soy como soy, que son las cosas que me hacen moverme, cuales me hacen congelarme, a pedir perdón, a darme la oportunidad de equivocarme, y a saber cuando reacciono desde mi esencia y cuando desde mi herida. 

Solo sé que no quiero seguir alimentando ese personaje de fuerte e invencible, porque entendí que esa persona no soy yo. 

En mis redes sociales quise mostrar un poco el proceso, no fui tan valiente como para contarlo todo, pero espero poder haber transmitido algo real. Decir que he conocido partes de mí que no conocía, decir que me he atrevido a dar pasos que nunca pensé que sería capaz de dar , sería resumirlo todo en pocas palabras.

Hoy estoy aquí honrando y despidiendo a un gran amigo que fue el triatlón, fue una bendición que hayan cancelado Kona estos 2 años. Fue un amigo incondicional que aunque lo odie y lo maldije miles de veces nunca se fue de mi lado. Que en mis peores días lograba sacarme de la cama. Que me daba un día más para luchar cuando creía que ya no tenía nada por que hacerlo. Era mi boya que me mantenía a flote. Creo que parte de la resistencia era esta despedida, los dos sabemos que ha llegado ese momento pero mierda cuesta soltarlo. Hay días en los que quisiera volver a entrenar como antes, volver a ser la mejor y quedarme distraída ahí en ese bucle tan seguro, pero mi alma ya sabe que ese no es el camino que debo seguir y no puedo seguir vendándome los ojos.

Quien sabe tal vez más adelante nos volvamos a encontrar y nos volvamos a enamorar como la primera vez desde otro lugar, desde otra madurez, de otra versión de mí.

Aún creo que estoy rota, y no lo veo como algo malo, porque significa que puedo reconstruirme como yo quiero ,las veces que quiera y muchas veces estos pedazos que encuentro encajan en lugares que yo no pensaba que podían funcionar. Como también muchos pedacitos de mí ya no encajan en ningún lado.

Me encantan esos post inspiracionales y los quotes, pero este en particular ahorita se me vino a la cabeza, el de esta palabra en japonés KINTSUGI, la belleza de las cicatrices de la vida.

No sé si hay decisiones correctas o incorrectas, solo sé que hay decisiones. Cada una va a traer una secuencia de vivencias y experiencias que son necesarias para evolucionar como personas, como almas. Hay que aceptarlas y agradecerlas, al final todo es tu responsabilidad, no hay culpables.

Kona es mi cierre de ciclo, mi último adiós, mi season finale. Quiero vivirla de principio a fin con el corazón en la mano y bien despierta.

Qué se viene después? 

Pues no lo sé, solo sé que ya no le tengo miedo :)








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